Puebla se ha convertido en epicentro de la paleontología mexicana tras el hallazgo de huellas fósiles de dinosaurios en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, confirmadas por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Estas icnitas, como se les denomina científicamente, tienen una antigüedad aproximada de 120 millones de años, correspondientes al Cretácico Inferior.
Las impresiones fueron localizadas en tres puntos:
- Santa Ana Xaloxtoc (Tehuacán)
- Santa Catarina Tehuixtla y San Lucas Teteletitlán (Atexcal)
En cada sitio se registraron entre 5 y 20 huellas, distribuidas en trayectos que alcanzan hasta 300 metros, principalmente en laderas de ríos y barrancas. Las fuertes lluvias recientes erosionaron los sedimentos, dejando al descubierto estas marcas milenarias. Iván Alarcón Durán, responsable del área de Paleontología del Centro INAH Puebla, explicó que:
“Estos vestigios son evidencias indirectas de organismos del pasado, impresos sobre suelos blandos y conservados en las rocas sedimentarias que hoy emergen en la superficie”,
¿De qué especies son?
El análisis preliminar revela una gran diversidad de dinosaurios:
- Herbívoros: huellas atribuidas a la familia Iguanodontidae.
- Saurópodos: gigantes de cuello largo.
- Carnívoros terópodos: desde pequeños depredadores hasta posibles rastros de grandes terópodos de la familia Allosauridae.
- Posibles pterosaurios: reptiles voladores, aunque estos indicios requieren estudios adicionales.
Además, se hallaron estratos con fósiles de moluscos (caracoles, turritelas y trigonias) y restos de madera fosilizada, lo que aporta información sobre el ecosistema del Cretácico en la región.
Hace millones de años, gran parte del sur de Puebla estuvo cubierto por el mar. Las huellas se imprimieron en playas y lagunas someras, que posteriormente se fosilizaron en rocas sedimentarias. Este hallazgo permite reconstruir la biodiversidad y las condiciones ambientales de la época.
La Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, declarada Patrimonio Mixto de la Humanidad por la UNESCO, podría convertirse en un nuevo polo turístico y científico. Autoridades locales analizan la creación de rutas interpretativas y centros de divulgación para impulsar el turismo sustentable y la educación ambiental.
El INAH trabaja con el Gobierno del Estado y comunidades locales para proteger las huellas, muchas de las cuales se encuentran en senderos de uso cotidiano. Se han iniciado acciones de registro formal, vigilancia y sensibilización comunitaria para evitar saqueos o daños.
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