El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, informó este jueves que ha ordenado al Pentágono reanudar de inmediato las pruebas de armas nucleares del país, marcando el final de una moratoria que se prolongó por más de tres décadas desde la última explosión registrada en 1992. El anuncio fue publicado en su plataforma Truth Social justo antes de reunirse con el presidente chino Xi Jinping en Busan, Corea del Sur.
Según el mandatario, la decisión responde a que otros países; en particular Rusia y China, están llevando a cabo programas de pruebas nucleares que amenazan con dejar rezagado al arsenal estadounidense. “Porque otros países tienen programas de pruebas, he instruido al Departamento de Guerra que inicie ¡ya! las nuestras”, escribió Trump.
La orden de Trump no especifica por ahora si las pruebas serán explosiones nucleares subterráneas; como las que se realizaban hasta la década de los noventa o ensayos de sistemas de lanzamiento y misiles con capacidad nuclear.
La comunidad internacional reaccionó con alarma. El portavoz del Kremlin calificó la decisión como una señal de “despreocupación por el tratado de no proliferación” y advirtió que podría abrir una nueva “era de escalada nuclear”.
Mientras tanto, organizaciones de control de armas señalan que reanudar estas pruebas podría vulnerar el marco del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), al que EE. UU. aún no se ha adherido plenamente.
Implicaciones geopolíticas y militares
Esta decisión eleva significativamente la tensión en el panorama global de seguridad. En particular:
- Podría incentivar a Rusia, China y otras potencias nucleares a reactivar o acelerar sus propios programas de pruebas.
- Cambia el discurso estadounidense hacia una postura de competencia abierta y menos diplomática respecto al control de armas.
- Generará presiones en aliados de EE. UU., incluyendo países europeos y asiáticos, que deberán reevaluar sus propias estrategias nucleares.
Analistas advierten que la gran incógnita es cómo se implementarán las pruebas técnicas, qué tipo de explosiones o lanzamientos se permitirán y cuáles serán las ubicaciones de los posibles sitios de ensayo. También debe considerarse la reacción del Congreso y del público estadounidense, donde algunos legisladores ya expresaron inquietud por la falta de consulta previa.


