El partido del presidente Javier Milei, La Libertad Avanza (LLA), logró una victoria contundente en las elecciones legislativas celebradas este domingo en Argentina, al obtener alrededor del 40 % de los votos y ganar en 16 de las 24 provincias del país. Estos comicios marcan un espaldarazo para su agenda de libre mercado, aunque también abren interrogantes sobre los retos que deberá enfrentar para gobernar en un contexto de polarización.
El resultado implica que el bloque de Milei ampliará su representación en la Cámara de Diputados de 37 a alrededor de 93 escaños, y en el Senado pasará de 6 a 19 bancas.
Asimismo, el partido oficialista logró lo que antes se veía como casi imposible: derrotar en la provincia de Buenos Aires, tradicional bastión peronista, lo que acentuó la magnitud de la victoria.
Claves del triunfo y su contexto
El triunfo de Milei se construyó en un escenario marcado por una economía debilitada, con inflación elevada y fuerte ajuste del gasto público. El gobierno convirtió la elección en un referéndum sobre su modelo reformista, y la movilización fue decisiva. El apoyo explícito de Donald Trump; quien condicionó ayudas de 40 000 millones de dólares a la victoria del oficialismo, también fue destacado como factor externo que influyó en la percepción de los votantes.
Pese a la victoria, el bloque no alcanzó la mayoría absoluta en ninguna de las dos cámaras, lo que lo obliga a negociar alianzas y moderar su discurso más radical si desea avanzar con una agenda de reformas profundas que incluye liberalización laboral, rebaja impositiva y apertura comercial.
Retos para la gobernabilidad
Entre los principales desafíos que afronta Milei se encuentran:
- Construir consensos: sin mayorías absolutas, deberá pactar con fuerzas políticas adversarias o independientes para aprobar leyes clave.
- Mantener la cohesión interna: su coalición incluye diversos sectores que difieren en lo económico y lo cultural, lo que podría generar tensiones internas.
- Responder a la ciudadanía: aunque ganó, su porcentaje no refleja un respaldo mayoritario sólido, y las desigualdades sociales siguen siendo un foco crítico.
- Transición sin crisis: debe demostrar que su modelo reformista puede ser viable sin sacrificar estabilidad política o social.


