En una jornada histórica para Bolivia, Rodrigo Paz obtuvo una contundente victoria en la segunda vuelta presidencial; celebrada este domingo, imponiéndose con aproximadamente el 54.5 % de los votos frente al exmandatario Jorge , quien alcanzó alrededor del 45.5 %. Su triunfo pone fin a casi veinte años de gobiernos de izquierda del Movimiento al Socialismo (MAS) y abre una nueva era política en el país andino.
Según los datos oficiales preliminares del Tribunal Supremo Electoral, la participación fue alta; estimada entre 85 % y 89 %, y los resultados ya se consideran irreversibles. La victoria de Paz se da en un contexto de grave crisis económica: alta inflación, escasez de combustibles y una fuerte caída en el apoyo al MAS.
El presidente electo, quien asumirá el cargo el 8 de noviembre, ha presentado un programa basado en lo que él define como “capitalismo para todos”, con énfasis en reforma institucional, impulso al sector privado, y un enfoque menos polarizado que sus antecesores.
Prioridades y retos inmediatos
Paz ha identificado varios desafíos urgentes para su gestión:
- Reducción del déficit fiscal, que supera el 10 % del PIB.
- Control de la inflación; registrada en torno al 18–23 % anual y estabilización macroeconómica.
- Reposición de reservas internacionales y abastecimiento seguro de combustibles.
- Gobierno con mayoría parlamentaria frágil, lo que requerirá negociar alianzas para aprobar reformas clave.
En su discurso inaugural, Paz llamó al diálogo y a dejar atrás la ideología, afirmando que “lo que da de comer es el derecho al trabajo, instituciones fuertes, el respeto a la propiedad privada”.
¿Qué significa para Bolivia este cambio?
La elección de Paz representa una ruptura simbólica: es la primera vez desde 2005 que el MAS no gobierna, y aparece como un mensaje de los bolivianos de que desean nuevas vías de acción política y económica. Analistas señalan que este resultado refleja la pérdida de apoyo del MAS entre sectores indígenas y obreros, y el surgimiento de una nueva base de apoyo para el centroderechista Paz entre la clase media urbana y la emergente burguesía “qamiri”.
No obstante, la transición no estará exenta de obstáculos: reconstruir confianza en las instituciones, evitar que la agenda reformista derive en ajuste abrupto y responder eficientemente a las demandas sociales serán claves para la estabilidad.


