Astrónomos captan por primera vez imagen de dos agujeros negros girando en conjunto

Agujero negro

Un hito en astronomía fue alcanzado recientemente: investigadores lograron capturar la primera imagen directa de dos agujeros negros supermasivos orbitando entre sí. Esta observación confirma una hipótesis que llevaba décadas sin prueba visual directa.

El hallazgo se centra en el cuásar OJ 287, localizado a unos 5,000 millones de años luz de la Tierra. En su núcleo, dos agujeros negros giran en mutua órbita mientras emiten intensos chorros de partículas que los revelan.

Fuente:  The Astrophysical Journal

Revelando lo invisible a través de sus chorros

Los agujeros negros no emiten luz; lo que los hace visibles son los chorros de partículas (jets) y la materia que accrecia alrededor de ellos. En la imagen captada, se distinguen dos chorros: uno grande y estable, el otro más pequeño y curvado, que parece retorcerse mientras orbita al primero.

Para lograr esta observación, el equipo internacional combinó datos de radiotelescopios en la Tierra y en el espacio, incluyendo al satélite ruso RadioAstron, cuya antena permitió una resolución que distingue dos fuentes separadas dentro del intenso resplandor del cuásar.

El estudio fue liderado por Mauri Valtonen, de la Universidad de Turku (Finlandia), y publicado en la revista The Astrophysical Journal.

Importancia científica del descubrimiento

  • Confirmación de sistemas binarios de agujeros negros: Hasta ahora, la existencia de sistemas binarios supermasivos se infería de movimientos de tiempo u oscilaciones en la luz del cuásar. Esta imagen aporta evidencia visual directa.
  • Comprender la evolución galáctica: Los pares de agujeros negros como este podrían ser el resultado de fusiones de galaxias. Estudiar su dinámica entrega claves en cómo crecen y se fusionan estas estructuras.
  • Validación de teorías de relatividad y dinámica gravitacional: La observación del movimiento mutuo de agujeros negros tan masivos pone a prueba modelos de gravedad en condiciones extremas.

Los autores destacan que el descubrimiento no fue una observación aislada, sino resultado de años de monitoreo del cuásar OJ 287, cuyas variaciones periódicas en brillo; cada 12 años aproximadamente, sugerían la presencia de un sistema binario.

Aun así, quedan retos:

  • Mejorar la resolución para estudiar en detalle el entorno cercano a cada agujero negro.
  • Monitorear su evolución para prever si eventualmente colapsarán o se fusionarán.
  • Ampliar esta técnica a otros candidatos para confirmar si los sistemas binarios son comunes en el universo.