Con un imponente desfile militar en la Plaza de Tiananmen, China conmemoró el 80° aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial, en un acto que combinó simbolismo histórico con un claro mensaje geopolítico. El presidente Xi Jinping, flanqueado por Vladimir Putin y Kim Jong Un, afirmó que el mundo enfrenta una «elección entre la paz o la guerra, el diálogo o la confrontación», mientras proclamaba que China es «imparable» y firme en su derecho a estar del lado correcto de la historia.
El evento comenzó con un saludo de 80 salvas de artillería y contó con música patriótica como la “Marcha de los Voluntarios”, mientras Xi desfilaba en una limusina abierta por la avenida Chang’an, saludado por tropas alineadas y avanzadas armas como misiles hipersónicos, drones submarinos y robots «lobos». Estas últimas incorporaciones tecnológicas forman parte del énfasis del régimen en modernizar sus capacidades ofensivas y defensivas.
El desfile también reunió a líderes afines: Vladimir Putin y Kim Jong Un, quienes se sumaron a Xi en una demostración de unidad entre potencias no occidentales, mientras que capitales como Washington, Seúl o Tokio estuvieron ausentes, en un gesto con claras connotaciones políticas.
Este despliegue militar coincide con una narrativa revisada de la historia, en la que China refuerza su interpretación heroica del pasado, minimizando el papel de Estados Unidos durante la guerra, y enfatizando su liderazgo emergente en el nuevo orden global.
El desfile representa tanto una conmemoración histórica como una advertencia geopolítica: China consolida su proyección regional, advierte sobre su posición frente a posibles hostilidades, y redefine su rol en la arena internacional.


