Colossal Biosciences ha revelado su más reciente y ambicioso proyecto: revivir al moa, un ave no voladora extinta hace más de 600 años en Nueva Zelanda.
El moa gigante (Dinornis robustus), que podía alcanzar hasta 3.6 metros de altura y pesar más de 230 kilogramos, fue una de las aves más grandes que jamás haya existido. Habitó los densos bosques de Nueva Zelanda durante miles de años, hasta que fue llevado a la extinción por la caza excesiva y la transformación del hábitat tras la llegada de los primeros pobladores humanos en el siglo XIV.
Colossal planea utilizar ingeniería genética avanzada para reconstruir el genoma del moa a partir de restos fósiles bien conservados. Posteriormente, editarán el ADN de especies vivas emparentadas, como la ema sudamericana, para crear embriones con características del moa, que serán incubados en laboratorio.
El proyecto se desarrolla en colaboración con el Ngāi Tahu Research Centre de la Universidad de Canterbury, una institución científica dirigida por el pueblo indígena Māori. Esta alianza busca no solo revivir una especie extinta, sino también reconectar a las comunidades locales con su patrimonio natural y cultural. Kyle Davis, arqueólogo del Ngāi Tahu, explicó:
“Nuestros ancestros vivieron junto al moa, y nuestros registros orales y arqueológicos contienen un vasto conocimiento sobre estas aves y su entorno.»
El enfoque del proyecto es profundamente respetuoso con la cosmovisión Māori, integrando prácticas tradicionales con ciencia de vanguardia. Se espera que esta colaboración sirva como modelo para futuros proyectos de restauración ecológica liderados por comunidades indígenas.
El proyecto ha recibido más de 15 millones de dólares en financiamiento, incluyendo una significativa inversión del cineasta neozelandés Sir Peter Jackson, director de la trilogía El Señor de los Anillos y coleccionista de fósiles de moa. Jackson ha expresado un profundo interés personal en el legado de estas aves y ha ofrecido parte de su colección privada para el análisis genético.
Una vez desarrolladas, las aves serán liberadas en espacios de reforestación cerrados, cuidadosamente diseñados para simular su hábitat original. El objetivo es que el moa pueda desempeñar nuevamente su papel ecológico como dispersor de semillas y modelador del paisaje vegetal.


