San Francisco Totimehuacán se convertirá en el municipio 218 de Puebla, luego de que el gobernador del estado, Alejandro Armenta Mier, solicitara al alcalde José Chedraui Budib convocar a una sesión de Cabildo para iniciar formalmente el proceso de desincorporación de esta junta auxiliar.
El anuncio se realizó el pasado martes durante el arranque de la rehabilitación de la carretera que conecta Totimehuacán con San Baltazar Tetela. En el evento, Armenta destacó que la demanda de autonomía por parte de la comunidad no es nueva, pues ya fue municipio hace más de 30 años antes de ser absorbido por la capital.
El gobernador recordó que la promesa de devolverle esa categoría se hizo desde 2018, cuando era candidato al Senado, y fue retomada en su campaña de 2024: “La palabra vale, y las personas que no honran su palabra, no valen”, expresó el mandatario.
En entrevista posterior, recalcó que, con gobiernos de Morena en el estado, municipio y Federación, hay condiciones políticas y voluntad para cumplir este compromiso. También insistió en que no se trata de un capricho, sino de una exigencia legítima que cumple con los requisitos para convertirse en el municipio 218 de Puebla.
La municipalización de Totimehuacán permitiría a la comunidad gestionar sus propios recursos, acceder a mayor presupuesto, y diseñar políticas públicas enfocadas en sus necesidades locales.
Totimehuacán: 2,700 años de historia e identidad
Según información del blog de Asuntos Indigenas Puebla, Totimehuacán fue fundado en el año 695 a.C. Su nombre, proveniente del náhuatl Totimehua-can, significa “En el lugar de los pájaros”. Fue poblado inicialmente por los olmecas y más tarde se convirtió en la capital de un antiguo señorío tolteca-chichimeca, antes de caer bajo el dominio mexica.
Actualmente, cuenta con más de 186 mil habitantes, de los cuales más de 10 mil pertenecen a una etnia indígena. Por su antigüedad y riqueza cultural, fue recientemente nombrado Pueblo Milenario por el Ayuntamiento de Puebla.
Su patrimonio tangible e intangible incluye dos pirámides prehispánicas, ruinas coloniales de los siglos XVII y XVIII, y tradiciones que aún perduran, como la siembra de maíz, calabaza, chile y frijol, así como la elaboración de ollas de barro y sombreros de paja.
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